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y de repente vuelvo a ti...
me arrastraré por tus calles. me deslizaré por tus piedras. me esconderé entre los transeúntes. sola. pequeña. insignificante. volveré a ser otro cuerpo más sin nombre. sentiré tu sangre fría corriendo por mis venas.
regresaré de nuevo a ti y seré como tú, Salamandra...
dura.
cruel.
reptil.
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Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street
Actualmente en el Eugene O'Neill Theater, 240 W. 49th Street
Hay que empezar por aclarar que se trata de una obra musical. No obstante, esto no es el teatro musical azucarado y alegre que el público americano está acostumbrado. Sweeney Todd es la obra maestra del escritor/compositor Stephen Sondheim. Esto no es un musical para todo el mundo, como sucede con casi todas las obras de Sondheim. Esta pieza explora las dimensiones más macabras y pervertidas del ser humano. Está basada en la historia/mito de Sweeney Todd, un barbero inglés quien asesinaba a sus clientes. Su cómplice, Mrs. Lovett, luego los cocinaba en empanadillas de carne (meat pies) que vendía exitosamente. Increíblemente esta es la historia que Sondheim eligió para musicalizar, algo que ya de por sí se mueve fuera de las convenciones tradicionales.
El director británico John Doyle montó una obra experimental en Broadway, el lugar más nauseantemente comercial y kitsch para el teatro. La escenografía minimalista obliga al público a usar su imaginación e inteligencia para seguir la trama. El director llenó la obra de incontables metáforas visuales que enriquecen la experiencia del espectador. Toda la acción se desarrolla en torno a un ataúd que es utilizado como distintos objetos: un barco, una mesa, puertas, entre otros. En esta obra no hay cambios de escenarios, los actores están casi siempre en escena y se utiliza muy poca luz. Todo esto obligó al director a emplear recursos visuales estilizados para transmitir la acción. Por ejemplo, los asesinatos de Sweeney son sugeridos ingeniosamente por un líquido rojo que se derrama dentro de un cubo. Al eliminar una representación tradicional de la obra los maravillosos versos de Sondheim se convierten en protagonistas. Todo está dispuesto en función de las palabras.
Lo más sorprendente de esta producción es que los actores no sólo interpretan sus personajes cantando sino que también ejercen como músicos. No hay orquesta y sólo un miembro del elenco es un músico profesional. Los instrumentos musicales se convierten en extensiones de los personajes. El director buscó formas ingeniosas de incorporarlos orgánicamente en la obra. Cada actor toca su instrumento en piezas musicales complicadísimas sin salir de personaje. Asombrosamente esta musicalización con pocos instrumentos no sólo es suficiente sino que es mejor que otras versiones que he escuchado. Aquí se utilizan arreglos atonales y contramelodías que acentúan los sentimientos explorados en la obra. La música le concede la perversidad de los versos que usualmente es ocultada en la armonía orquestal. Una canción en la que es particularmente evidente es “Not While I'm Around”. En esta pieza los personajes hablan entrelíneas de los horrores que tendrán lugar. Usualmente esta escena es disfrazada de una ternura inocua. En esta versión tanto los actores como los instrumentos acentúan un ambiente tenebroso que de alguna manera presagia el desenlace de la obra. Es interesante que al explorar la disonancia musical la composición original es mucho más resonante y urgente.
Las actuaciones en sí mismas son estupendas. Michael Cerveris encarna genialmente tanto lo monstruoso como lo humano de Sweeney Todd. La gran Patti Lupone es perfecta como Mrs. Lovett. Una actuación que nos presenta al personaje no sólo como una Lady Macbeth manipuladora sino como una mujer que dentro de todo es vulnerable por su amor a un hombre que es prácticamente un monstruo.
El resto del elenco también es maravilloso. El papel de la hija de Sweeney, Johanna, nunca me había llamado mucho la atención. Siempre la interpretaban como una mujer tonta que se deja llevar por los hombres que la rodean. Aquí, la actriz Lauren Molina nos recuerda que se trata de una joven infantil quien ha sido afectada psicológicamente y emocionalmente por las perversiones de su padre postizo, Judge Turpin (interpretado por el talentoso Marc Jacoby). Benjamin Magnuson interpreta a Anthony, el héroe romántico de Johanna. Lo brillante de su actuación es que transmite una naturaleza lasciva que se esconde detrás de sus intereses románticos. Este aspecto de Anthony es evidente en la letra de las canciones pero en otras interpretaciones ha sido ignorado. Pirelli, un rival de Sweeney y la primera víctima, es interpretado por Donna Lynn Champlin quien utiliza maravillosamente una mezcla de humor y horror en su caracterización. Es interesante además que se haya elegido a una mujer para este papel masculino. Se abre toda una posibilidad de interpretaciones y sin duda alguna se juega con ambigüedades sexuales y nociones de género.
Quizás el papel que más asombra es uno que en otras representaciones no ha tenido mucha importancia. Tobias, el ayudante de la primera víctima de Sweeney, aquí toma protagonismo.Se trata del uno de los pocos personajes que son realmente inocentes. La obra empieza y termina con él. Todo se desencadena desde el punto de vista de este personaje enloquecido por los eventos. Tobias se convierte en el hilo conductor para esta historia macabra. El actor Manoel Felciano, quien también toca tres instrumentos, incluye detalles imperceptibles en su actuación. Aún cuando no participa directamente él siempre está metido en la acción reviviendo los sucesos en su mente.
Al ver esta obra en persona pude notar algo que debería de ser evidente pero nunca me había dado cuenta. Sondheim ha hecho una versión moderna de las tragedias griegas. Tiene todos los elementos clásicos incluyendo el coro que comenta la acción. El héroe, al igual que Edipo, paga cruelmente por su hibris. A pesar del elemento trágico y morboso, esta obra también exhibe un excelente sentido del humor. Algo evidente en la canción “A little Priest” en la que se explora irónicamente las jerarquías sociales. La química entre Patti Lupone y Michael Cerveris durante esta escena es eléctrica.
Franco Zeffirelli ha comentado incontables veces que la ópera es el arte más perfecto porque combina todas las artes visuales, literarias y musicales. Es en este sentido que Sweeney Todd es una gran obra de arte. De por sí cada obra de Sondheim lleva a lo que he llegado a llamar el efecto Sondheim, valga la redundancia. En algún momento, sin uno darse cuenta, se experimenta la sensación que algo agarra el corazón y nos sumerge dentro de la obra. Para mí esta sensación se dio mucho más fuerte en esta producción. Me perdí a tal grado en la obra que me costó muchísimo trabajo recobrar la palabra.
Los boletos son bastante caros, como es de esperarse en Broadway, pero en mi opinión vale la pena invertir ese dinero. Eso sí, debido al montaje poco convencional no todos los asientos del teatro favorecen la apreciación plena de la obra. Los mejores asientos son en el centro y un poco alejados del escenario. Así se pueden ver mejor las excelentes composiciones de las escenas. Tengo entendido que los contratos de algunos actores expiran en julio pero imagino que algunos renovarán. La obra seguramente continuará después de esa fecha, aunque no sé cómo sería con otros intérpretes.
Sweeney Todd es una obra inteligente, poética y asombrosamente humana. Esta pieza teatral es evidencia que, de vez en cuando, en los lugares más comerciales y turísticos se puede tener una verdadera experiencia artística. Sin duda alguna la versión de Sweeney Todd de John Doyle es una de las mejores experiencias teatrales que he tenido en mi vida.
Labels: teatro
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