el sabor de la parcha...
Olivia sentía la brisa cálida rozando suavemente su piel. La luz del sol delineaba los contornos arquitectónicos del panorama. Hacía años que no paseaba por el Viejo San Juan. Fue entonces cuando recordó aquellas excursiones de su infancia y la escapada obligatoria a la famosa “casa de los límbers”. Se preguntó si todavía estaría allí. Se lo comentó a José, quien se emocionó con la idea de volver a saborear aquellos límbers. Decidieron dar la vuelta a ver si todavía existía. Mientras se acercaban al área se cuestionó si sería capaz de reconocer aquella casa. De repente la vio y supo al instante que era la misma. Se asomaron por el pasillo oscuro y sintió que aquellos recuerdos de antaño cobraban vida. Todo seguía exactamente igual. Caminaron hacia la reja que separaba a los clientes de los empleados y vio el viejo cartel donde aparecían los sabores y los precios. Se fijó que estaban a 50 centavos. Por unos segundos trató de recordar cuánto costaban antes pues le pareció excesivamente barato. En eso, la empleada, como si le leyera la mente dijo: “Yo no he subido ni un centavo. Llevo con el mismo precio todos estos años. Todo el mundo anda subiendo el precio. Yo no. Aquí no cobro ni un centavo más.”
Olivia sonrió al escuchar estas palabras. Era como si el tiempo se hubiera paralizado allá adentro. Hicieron su orden: uno de parcha y otro de crema. En eso un grupo de turistas se asomaron por el negocio. Un muchacho mexicano se acercó a la pareja para preguntarles qué habían pedido. José cortésmente le contestó. Él joven los miró extrañado y preguntó: “¿Qué es parcha?”
-“Es una fruta”, respondió Olivia cual si fuera una autómata.
-“¿Pero a qué sabe?”, preguntó el muchacho inocentemente.
Se quedaron paralizados ante la curiosidad del extranjero.
-“Es como cítrico” dijo José después de unos segundos.
-“Pero no es exactamente cítrico” dijo Olivia un poco frustrada ante la descripción ofrecida.
Ella recordó todos los instantes de su vida en los que había probado helados y límbers de parcha. Sabía muy bien cómo era el sabor pero nunca se había planteado el problema de tener que transmitírselo a otra persona. Se quedó catalogando en silencio todos los posibles adjetivos que podría utilizar para expresar esa experiencia gustativa que tan bien conocía. Se dio cuenta que no existían palabras adecuadas que precisaran el sabor de la parcha.
El joven los miraba confundido esperando pacientemente alguna comparación que lo ayudase a entender qué era esto de “parcha”.
Ante la imposibilidad de comunicarle el sabor Olivia le dijo: “No sé cómo explicártelo. Píde un límber de parcha y mira a ver.”
Olivia y José salieron del establecimiento y continuaron caminando por el área. Mientras ella saboreaba su límber intentaba poner en palabras lo que experimentaba dentro de su boca. Es imposible, pensó. El sol comenzaba a esconderse en el horizonte. Ellos conversaban sobre alguna tontería mientras observaban las caricias del mar sobre la arena. Cuando terminaron se dirigieron a un zafacón para deshacerse de los vasos que restaban. Olivia vislumbró en la distancia al mexicano comiendo un límber. ¿Qué habrá pedido al final? ¿Llegó a entender el sabor de la parcha? ¿Cómo se lo explicaría a sus amigos?
Lo observó un instante más. Estaba sumergida en sus pensamientos cuando escuchó a José: “Es tarde. ¿Nos vamos?” Ella asintió y caminaron en silencio hasta llegar al carro.
Labels: ficción, palabras
Esta historia sabe a parcha y me la disfruté muchísimo, tanto que no podría explicarte, de verdad que no.
No apta
Sabras que mi fruta favorita es la parcha, me gusta en jugos, limbers, helados, lo que sea. Me transporte en cada una de las descripciones que hiciste. Siempre es relajante e interesante llegar a tu pagina.
Saludos!
Que rico post, tengo ganas de salir para e viejo San Juan a buscar no un librer, una piragua, de coco, aaaahhh que rico...
Un saludo bella
Cuidate mucho
Cómo describir un sabor que no se queda en sabor, sino que evoca recuerdos y momentos???!! El mío, el mangó, las mandarinas, las toronjas agrias de mi campo y el guamá! Me gusta mucho tu espacio y me tomé la libertad de enlazarlo a mi espacio para poder visitarte a diario.
Champola, esa es buena!
jeje..Gracias a todos. Quería escribir sobre experiencias que se mueven más allá de las palabras. Vivo fascinada por el lenguaje pero hay veces que las palabras se quedan cortas para expresar lo vivido. Me resultó interesante que hayan experiencias, sensaciones o vivencias que uno da por sentado.
Esos limberes llevan ahi desde que llegó Colón... me preguntó sobre la longividad de esa doñita... Tan rica la frikin' parcha.
Me ha encantado el paseo y casi consigo saborear la parcha. : )