dos cuentos




Francis Bacon. Portrait of Michael Leiris, 1976. (Óleo sobre lienzo)

I.

“¿A dónde vas con tanta prisa, papi?” Lo menos que quería era que me hablaran. Me viré un poco trastornado. “¿Qué te importa?”, dije tratando de cortar la jugada.
Me acariciaste suavemente el cachete. “¿Dónde te he visto antes? Te me haces tan familiar.”
-“No lo sé”, ya comenzaba a sentirme inquieto. “Trabajo por aquí, quizás me hayas visto de camino...”
-“No. Si te recuerdo es porque pasó algo interesante.”
-“Pues nunca te había visto antes.”
Pasaste tu mano sobre mis hombros y al hacerlo los recuerdos de aquella noche inundaron mis sentidos. Tú, que casi no hablaste. Tú, con tu cigarrillo y tus ojos perdidos. Tú, que apretando mis caderas entraste con una delicada violencia a mi cuerpo. Tú, que te reías...tú...
“Estoy seguro que te he visto antes, cariño.”
Remojé mis labios. “Em...me tengo que ir.” Me metí en el tren lo más rápido posible para alejarme de ti. Me acomodé entre los pasajeros arrimándome al primer espacio que encontré disponible. Iba todavía reviviendo tu piel mientras sentía la terrible dentera de mi sortija chocando con el metal del tubo.

II.

La verdad es que no me acuerdo de mucho. Estaba borracho. De eso sí estoy seguro.
Me dijo algo. No sé qué, pero todavía puedo sentir su voz suave y ese aliento cálido que me incitaba a seguirlo. Me sonrió y me llevó hasta su carro. El viaje me pareció eterno. El carro daba tumbos por la carretera. Yo iba brincando sobre el asiento aguantándome las náuseas. La música estaba a tope. Me reía. Él seguía conduciéndonos penetrando cada vez más la penumbra de esa noche tan extraña.
Finalmente se detuvo.
No recuerdo cómo pero me llevó a su cama
. Se sentó encima mío y empezó a morderme mientras me quitaba la ropa. Creo que yo también lo mordí.
Y nos enredamos.
Y nos bañamos de sudor.
Y luego nos quedamos inmóviles sintiendo el tiempo colapsar con cada poro que se estremecía de placer.
Lo miré a través del humo que emanaba de mis labios. Acarició mi espalda de arriba abajo haciendo que la sangre volviera a correr hasta endurecer mi pene. Se reinició el mismo ritual. Acabé rendido entre las sábanas sin poder casi abrir los ojos.
Después no sé cómo pasó todo. Sólo se que me llevó de regreso a la ciudad. Me paró justo cuando abrí la puerta, me dijo algo que no entendí y colocó unos billetes en mis manos. Apretó mis dedos. Me sorprendió sentir el frío de su anillo.
Encendí un cigarrillo y observé aquel carro alejarse de mí, sin lograr entender lo que había ocurrido.

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corto



¿de qué color?



René Magritte. The False Mirror, 1928.

“Mira hacia arriba”
Obedecí a la orden hundiéndome cada vez más en el asiento. “¿Por qué te pones tan trinca? Relájate, por favor”, me dijo el anciano, acercándose a mi rostro. Me reí un tanto nerviosa mientras su aliento rozaba mis cachetes.
Siempre he sentido que me inspeccionan los ojos de una manera u otra. Alguien alguna vez me dijo que yo era 80% ojo y que parecían querer caerse de mi rostro. A más de uno he traumatizado con mi color de ojo. Cada cual los ve de un color diferente. Me han dicho que tengo los ojos marrones, verdes, grises y alarmantemente hasta violeta. Cuando les digo que mis ojos son azules muchos no lo creen. Otros han asumido que yo uso lentes de contacto.
“No te eches para atrás” me dijo un poco irritado sin entender que era un reflejo inevitable. El anciano volvía a acercarse con una lupa que temblaba entre sus manos.
Estaba yo viendo la luz tambaleante y de la nada me llegó un recuerdo. Era de madrugada, creo que cerca de las 6 de la mañana. Yo estaba tan cansada que mis pies me sostenían de milagro. Tú caminabas al frente hablando con no sé quién. Tuviste la cortesía de abandonarme con tu amigo que andaba rondándome y me tenía harta. Entre las tonterías que me decía inició el tan original discurso sobre mis ojos.
“Te voy a escribir un poema”. A este punto yo quería matarte con la mirada. “No me interesa que me dediquen poesía cursi” le contesté indiferente.
-“Pero yo no escribo cursi. Yo escribo bien.”
-“No tengo cómo saberlo”, le dije.
El hombre pequeño se me paró al frente cortando por completo mi paso. “Escribiré un poema sobre tus ojos y verás.”
-“¿Mis ojos? No sólo cursi sino clichoso también.”
-“¿No quieres que escriba sobre tus ojos?”
-“No. Me aburre.”
-“ah, ¿sí?”
El hombre se quedó pensativo. Yo me estaba muriendo por llegar al apartamento.
-“Pues entonces escribiré un poema sobre tu nariz.”
-“¿Mi nariz?” Tuve que reírme de esto. “Fíjate, eso sería muy original.” le dije aunque algo me decía que si lo llegaba a hacer sería un desastre de poema. Me empezó a dar miedo la idea de que ese pendejo escribiera sobre mi nariz. En eso entraste nuevamente en mi campo de visión. Te reías de algo que te contaban. Me la vas a pagar, pensé.
“Bueno” dijo el viejo apartando de mí el equipo y prendiendo la luz. “No creo que necesites espejuelos”. Palabras con luz. “Toma esta receta para unas gotas. Lo demás está todo bien.”
-“Gracias, doctor” dije agarrando el papel.
-“Ah”, me dijo justo cuando yo estaba por salir, “te va a molestar la claridad por cuatro horas más o menos.”
-“Está bien” dije pensando que en realidad a mí siempre me molesta la claridad.
Cuando salí de la oficina tuve que cerrar los ojos de inmediato. No estaba bromeando. Me fui a una sombra y saqué de la cartera un espejo para mirarme los ojos. Allí estaba yo con las pupilas completamente dilatadas. Mmm...ahora los tengo negros.

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porque sí...


Desde que me presentaron a Nacho Vegas en una noche de humo y alcohol, me he vuelto adicta a su música. Me encanta cómo escribe, es genial. Encontré este video... wow, cada vez me gusta más este hombre. No sé cómo pero aprendí a ponerlo en el blog, así que lo comparto.



El hombre que casi conoció a Michi Panero
de Nacho Vegas


Es hora de recapitular
las hostias que me ha dado el mundo.
Hoy querrán oír mi último adiós.
Bien, poco a poco van llegando
y yo los recibo en batín.
Y unos me llaman chaval
y otros me dicen caballero.
Alguno no se ha querido pronunciar.
Yo una vez tuve un amor,
pero si he de ser sincero
dije "no" en el altar
y cuando digo no es no.
Fracasé una vez, fracasé diez mil
y aún así alzo mi copa hacia el cielo
en un brindis por el hombre de hoy
y por lo bien que habita el mundo.
Mirad, las niñas van cantando
(Niñas) Shalalaralalá ...
Y no me habléis de eternidad.
No me habléis de cielos ni de infiernos más.
¿No veis que yo le rezo a un dios que me prometió
que cuando esto acabe no habrá nada más?
Fue bastante ya ...
Nunca fui en nada el mejor,
tampoco he sido un gran amante.
Más de una lo querrá atestiguar.
Pero si algo hay capital,
algo de veras importante,
es que me voy a morir
y cuando digo voy es voy.
Lo he pasado bien, y casi conocí en
una ocasión a Michi Panero,
y es bastante más de lo que jamás
soñaríais en mil vidas.
Mirad, las niñas van cantando
(Niñas) Shalalaralalá ...
Dejadme preguntar: ¿Es esto el final?
Y si es así, decid: ¿Me vais a extrañar?
Veo que asentís pero yo sé que no
Qué lástima, no dejaré
nadie a quien transmitir mi sabia;
consideré insensato procrear.
Y diréis de mí que soy
un viejo verde y cascarrabias,
y diréis muy bien,
y cuando digo bien es bien.
¡Largo ya de aquí! ¿Qué queréis de mí?
¿Es mi alma o es mi dinero?
Si de uno carezco y la otra es
una anomalía en esta vida.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas) Shalalaralalá ...(Muy bien niñas)
Y unos me llaman chaval,
y otros me dicen caballero
Alguno declinó mi oferta para hablar
Yo una vez tuve un gran amor,
pero si he de ser sincero
dije "no" en el altar,
y cuando digo no quiero decir que no
He bebido bien,
y casi conocí en una ocasión a Michi Panero,
y ahora brindo en paz por la humanidad
y por lo bien que habita el mundo.
Escuchad, os lo diré cantando
(Viejo) Shalalaralalá ...
Hasta nun ... ca ...

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quasi una fantasia


Olivia apareció de repente con un conjunto de lencería negro. Se fue deslizando sobre el cuerpo de Tomás hasta llegar a sus labios. Lo besó apasionadamente. Se quitó su ropa interior y la tiró de un lado.
Tomás la aguantó por la cintura. Se arrimó a sus pechos acariciando con su lengua uno de sus pezones cuando ella lo interrumpió:
- “¿Por qué sigues soñando conmigo?”
Tomás rodó los ojos.
-“Pero ¿es posible que interrumpas el momento hasta cuando te estoy soñando?
-“Lo siento pero me parece un poco jodío que después de tanto tiempo sigas metiéndome en tus sueños.”
-“No, no...Olivia, no. Éste es mi sueño. No tienes derecho a dañar mi fantasía.”
-“En serio, mijo. ¿Y esa ropa interior? No puedes por lo menos imaginarme con algo más decente...”
-“Véte a pelear conmigo en tu cabeza.”
-“Si es tu sueño, entonces puedes callarme sin ningún problema.”
Tomás la miró de reojo.
-“No sé por qué pero estoy empezando a creer que eso es imposible.”
-“No me has contestado la pregunta.”
La recostó en la cama y le besó el cuello. Ella lo apartó, aguantando su cabeza para mirarle a los ojos.
-“Díme por qué...”
Tomás abrió los ojos y ante él se iba enfocando el paisaje caótico habitual. Maldita sea, pensó para sí tratando de registrar bien lo que había soñado.
En eso se abrió la puerta. “¿Te desperté, cariño?” Tomás giró su rostro hacia ella. “No, tuve un mal sueño, eso es todo.” Ella se metió en la cama y lo abrazó. “Pobrecito”, suspiró mientras se acercaba a sus labios para besarlo. “Te quiero mucho, Tomás”, dijo con los ojos cerrados. La sostuvo entre sus brazos. “Yo también.”
Cerró los ojos y trató de retomar la escena donde se había quedado.

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composición en honor al contralor...



[producto del aburrimiento, sueño, cansancio y el estudio sistemático de "pornografía" según la entienden algunos por ahí...]

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Te recostaste sobre la pared. Sólo una lámpara iluminaba frágilmente aquella diminuta habitación. El viento cálido se colaba por la ventanda. Llegó el momento de hablar. Ninguno de los dos quería esa responsabilidad. Me acerqué a ti buscando las fuerzas. Te miré firmemente a los ojos, asomándome al abismo que circundaba tus pupilas. Tocaste mi brazo y en ese segundo las palabras se desvanecieron en tu piel.

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la increíble historia de los "matrix" filósofos




-siguiendo la sugerencia del distinguido E. O. y dedicado a él, a S.C., C.L., G.F., D.Q., N.R., M.R. y todos los que tuvieron contacto con los matrix...aunque no lo lean son los únicos que entenderían esta demencia.


Los murmullos retumbaban por los pasillos de la facultad. Unos estudiantes hablaban afuera del salón en lo que llegaba la profesora. Se escuchó el timbre del elevador. Todos se viraron. Las puertas se abrieron y ahí estaban ellos. Llevaban la indumentaria habitual: abrigos largos, pantalones, camisas, zapatos, todos los artículos de ropa y accesorios eran de color negro. No se trataba de estudiantes cualquiera. Arnaldo “Neo” Vázquez y Remedios "Trinity" Negrón eran los elegidos para salvar la filosofía. Entraron al salón de clases y colocaron sus maletines en sus respectivos espacios.
Este era el momento definitivo de “Neo”. Hoy se enfrentaba a la lucha en contra de la Doctora Parada, su peor enemiga. Esta profesora les había puesto obstáculos desde el primer día que pisaron la universidad. Ella reconocía el potencial de peligro en estos dos maravillosos filósofos y para no perder su poder se veía en la obligación de humillarlos. Era evidente que esta mujer hacía todo lo posible para estropearles el doctorado. Pero no lo logrará. Arnaldo es el que restituirá el orden a la filosofía. Al principio ni él mismo lo sabía. Uno no nace sabiendo que está destinado a ser el salvador. Todo aconteció justo al empezar la carrera universitaria. Estaba sentado en el césped de la facultad mientras intentaba leer algún texto. Como no entendía lo que estaba leyendo se quedó atontado mirando el sol. Al bajar la mirada se dio cuenta que todo estaba resplandeciendo con una luz violácea. Arnaldo le preguntó a un amigo si veía esa luz.
-“¿Estás loco? ¿Qué te pasa?”
Y fue así que él supo que tenía los poderes para descifrar los misterios de la luz. Él y sólo él podía realmente ver las cosas. Desde ese día comenzó a vestirse de negro para representar la ausencia de luz que existe en la filosofía. Ausencia que él llenará con su envidiable inteligencia.
Remedios fue la única que reconoció su grandeza. Ella lo escuchaba hablar fascinada. Compartir con él la llenaba de tanta alegría que decidió dedicarse a estudiar la muerte en Heidegger. Así se forjó el equipo que revolucionará la facultad de filosofía.
Y al final llegó el momento de tomar las riendas de la matriz filosófica universitaria. Después de este día nada volvería a ser lo mismo.
La profesora llegó al salón y todos los estudiantes se acomodaron.
Arnaldo miró a Remedios. Ambos movieron la cabeza en señal de afirmación y ánimo.
La profesora Parada pasó lista y preguntó: “¿A quién le tocaba la exposición de hoy?”
-“A mí”, dijo emocionado Arnaldo.
-"Vale, pues comience."
Arnaldo se levantó de su silla nervioso y comenzó a hablar.
-"Mi nombre es Arnaldo Vázquez y hoy me tocaba analizar el siguiente texto de Hegel joven en el que el filósofo toma como ejemplo el pasaje bíblico de las bienaventuranzas. Así que yo les haré un análisis de la biblia.”
Comenzó a leer el pasaje y se detuvo.
“Claro, debería de leerlo en latín por rigor pero si lo hago ninguno de ustedes me entenderían...” y se rió torpemente.
Mientras hablaba se movía la cola que se había hecho en el pelo y que recordaba a un nido de ratas. Arnaldo seguía recontando toda la biblia. Los estudiantes comenzaron a inquietarse. Clara, Daniel y Miranda se pasaban notas. Era lo único que les permitía sobrevivir el aburrimiento insoportable.

¿Éste se cree que está en un seminario religioso?
¿No era de Hegel que tenía que hablar?
No se entiende cuando habla.
Es que es demasiado elevado para nosotros.

En un momento dado Miranda se cruzó miradas con la profesora. Se sintió culpable por portarse como si estuviera en escuela elemental. La profesora le extendió una imperceptible sonrisa solidaria.
-“Y en otra traducción de la biblia se sustituye la palabra 'sean' por...”
La profesora no resistió más:
-“Está bien. Ya tenemos una idea. Por favor hable del ensayo que tenía que discutir hoy.”
-“Es lo que estoy haciendo, profesora. Lo que pasa es que es importante tener el trasfondo histórico/cultural de la biblia para realmente entender el pasaje al que alude Hegel...para entonces poder entender el análisis de Hegel.”
-“Creo que todos aquí estamos familiarizados con ese pasaje biblíco.”
-“Pero pensé que era importante explicarlo por si acaso.”
-“Sí pero recuerde que tenemos un tiempo limitado.”
-“Es que si me dejaran yo estaría hablando una eternidad.”
A la profesora involuntariamente se le cerró un poco el ojo izquierdo.
Arnaldo miró a Remedios y le dio una señal. Era hora de batallar las fuerzas del mal.
Abrieron sus abrigos y sacaron las metralletas. Arnaldo comenzó a volar esquivando las balas que lanzaba la Dra. Parada mientras se reía maléficamente.
-“No vas a triunfar. Nosotros somos los dueños del matrix filosófico.”
-“Nunca me alcanzarás”, gritó mientras volaba al otro extremo del salón de clases.
Arnaldo voló hasta ella y la agarró por el taco. Ella viró su rostro. Empezó a disparar rayos desde sus espejuelos para así escapar. Nuestro héroe daba giros en el aire para evadir el peligro. Finalmente llegó a su lado y con un brinco de arte marcial le dio una patada.
Nooooooo, gritó agonizando la profesora mientras caía al piso.
Arnaldo logró atraparla y le amarró las manos.
-“Hemos triunfado, Remedios. ¡La filosofía es nuestra!”
Ambos se abrazaron y todos los estudiantes aplaudían emocionados.
-“Arnaldo Vázquez, conteste por favor”.
Con esas palabras regresó del “matrix” de un golpe. Miró hacia los lados desorientado.
-“Em...perdone, pero olvidé la pregunta.”
La profesora suspiró frustrada.
-“Le preguntaba si en serio pretendía que estuviéramos una eternidad escuchánolo."
El estudiante titubeó algo incomprensible. La Dra. Parada esperaba pacientemente hasta que se cansó.
-"Creo que lo mejor será suspender la clase por hoy. Cualquier duda que tengan sobre el ensayo pueden pasar por mi oficina. Buenas tardes.”
Hubo un silencio incómodo entre los estudiantes.
Miranda salía de la facultad cuando la detuvo Arnaldo.
-“¿Puedes creer cómo me salió la profesora hoy? ¿Ves cómo me odia?”, dijo tratando de convertirla en una aliada.
Ella soltó una sonrisa incómoda.
-“ Yo no lo veo así. La verdad es que lo de la biblia fue demasiado largo.”
-“No...es que no la conoces. Ella me odia. Tú no entiendes.”
Miranda no quiso participar más de esa conversación.
-“No lo sé, yo sólo digo lo que veo desde afuera”. Se despidió cortésmente y se fue.
Arnaldo la observó alejarse de él.
Sacó una libreta negra y apuntó su nombre. Al lado escribió en letras rojas: Traidora de la causa. La guardó celosamente en su maletín. Ajustó su enorme abrigo negro y se dirigió hacia la biblioteca para seguir preparando la revolución.

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jugando con tus palabras...


(o lo que hace el aburrimiento)


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