Esto fue una carta que acabo de escribir para un periódico, que seguramente no la publicarán, porque estoy francamente harta de esta supuesta controversia. El último episodio lo pueden leer en el periódico Primera Hora , al parecer el contralor ahora quiere restringir las publicaciones...suena a inquisición....Quisiera dedicar unas palabras sobre la controversia persistente ante la publicación de la Revista del ICP número 10, julio-diciembre 2004. El artículo que ha sido objeto de demonización, "Demografía: Cuerpo (y) signo en el arte del performance" es un texto académico sumamente interesante. El autor, el profesor Dr. Bernat P. Tort, examina teóricamente algunos de los problemas en torno al arte del performance centrándose en algunos de los ejemplos más notables y en algunas instancias los más controversiales en su momento: Ana Mendieta, Carolee Schneemann, Vito Acconci y Gina Page entre otros. Yo soy estudiante de historia del arte. Actualmente investigo precisamente a Carolee Schneemann como parte de mis trabajos del doctorado. Se podrían hacer críticas sobre su arte: por ejemplo, si fue una propuesta interesante o novedosa, si fue sólo un intento de llamar la atención, etc...Pero una persona seria, académica y profesional jamás podría acusarla de pornografía pues esto realmente no fue lo que ella manejó en su arte. Incluso en la instancia de su film Fuses, en la que ella grabó diversos momentos íntimos con su pareja, se ha analizado extensamente por qué tal obra no puede ser considerada pornografía. Lo mismo se puede aplicar a los artistas que el Doctor Bernat P. Tort menciona en su artículo. Resulta evidente que los que han insistido en crear esta controversia en contra de la Dra. Teresa Tió y el Instituto de Cultura ni siquiera se han tomado la molestia de leer el artículo o de interesarse más por el trasfondo histórico/cultural de las obras presentadas. Se han limitado a ver unas imágenes y, sin entenderlas, emitir juicios que lo único que evidencian es una profunda y muy lamentable ignorancia. Tengo al frente mío la revista mientras escribo esta carta. Veo las fotografías y absolutamente ninguna de ellas me parece ser pornográfica. De lo que puedo entender las fotografías más controversiales han sido la de Carolee Schneemann, Ana Mendieta y Annie Sprinkle, curiosamente se trata principalmente de desnudos femeninos.
La primera, es una fotografía de Carolee Schnemann haciendo su performance Interior Scroll (1975) . El performance en sí mismo consistió en extraer de su vagina un texto que ella fue leyendo. En el momento que se dio este performance, la artista lo hizo como una crítica a un festival de cine que presentaba el cuerpo femenino como un fetish. Ella, reclamando su corporeidad femenina, le concedió la palabra a su interioridad física. La primera vez que hizo este performance fue frente un público femenino y según ella era un intento de devolverle a las mujeres su propio cuerpo.
Las fotografías del performance de Ana Mendieta, Rape Scene (1973), son seguramente impactantes pero para nada pornográficos. Ana Mendieta, artista cubana que vivía en Nueva York, quería hacer una crítica a la violencia sexual que muchas mujeres sufren. Ella invitó a sus colegas y amigos a su apartamento y cuando éstos llegaron la encontraron a ella dispuesta sobre una mesa con su extremidad desnuda y con manchas de sangre. Esta pieza nos habla de un profundo dolor y de la complicidad tácita que existe en la sociedad cuando ocurren violaciones y se encubren con el silencio.
El último ejemplo, que seguramente fue el que realmente desencadenó el escándalo, lo fue una fotografía del Post Porn Modernism (1989) de Annie Sprinkle, el libreto de dicha pieza está publicado en internet. Esta artista había comenzado siendo una artista porno y luego empezó a hacer performances. Esta pieza en particular era una burla humorística ante los tabúes sociales frente la sexualidad y en particular la sexualidad femenina tomando como referencia su propia evolución sexual. El momento retratado, llamado Public Cervix Announcement, ella quería desmitificar el órgano sexual femenino. Se colocó en una silla y se insertó equipos de exámenes ginecológicos con una lupa para que se viera el cervix. Invitó a los que quisieran en el público que pasaran a observar el interior de su cuerpo. Esto era un intento de probar que la vagina es simplemente un órgano y no lleva las cargas freudianas o lacanianas de castración masculina. En este caso tampoco se trata de pornografía.
En estos tres ejemplos las artistas no utilizaban sus cuerpos para incitar el deseo sexual sino todo lo contrario. Eran actos cuya intención era reclamar el cuerpo femenino como un cuerpo humano cuya complejidad se extiende más allá del deseo sexual. Estos performances debidamente contextualizados en su época y en el ambiente artístico son reacciones a ciertas políticas puritanas y machistas que existían en los Estados Unidos durante los 1970s. También corresponden a la época en la que el feminismo comenzó a tener apogeo y a influenciar la manera de pensar y concebir la sociedad.
Esta controversia es aún más ridícula si se considera que estas fotografías supuestamente pornográficas han sido publicadas incontables veces en artículos, ensayos y libros académicos. Cualquier historiador del arte le podría informar al contralor, al gobernador y demás figuras que se han quejado (quienes evidentemente no entienden mucho del ámbito intelectual, cultural y artístico) que un escrito sobre arte, independientemente del arte que se esté manejando, necesita ser acompañado de ilustraciones. En nuestra profesión no se pueden citar ejemplos y analizar obras de arte sin presentar visualmente el objeto del cual se está escribiendo. Por lo tanto, si el profesor Tort decidió estudiar el problema del cuerpo en los performances por obligación tenía que mencionar estos ejemplos y por rigor académico tenían que ser publicadas estas fotografías. Entonces ¿se esperaría que una revista que aspira a la excelencia intelectual obviara una parte que es sumamente importante para la comprensión de un análisis artístico? Más aún, ¿se puede permitir que se limite el nivel intelectual sólo para no herir sensibilidades mal orientadas? Vivimos en un país en el que el ámbito cultural es demasiado difícil, cada vez más restringido por un gobierno y una sociedad que considera inútil el desarrollo intelectual del país. La historiografía del arte en Puerto Rico está todavía en pañales. No se escribe lo suficiente, no se teoriza y no se profundiza demasiado sobre el arte. Los pocos que lo hacen, como ya vemos, tienen que hacerlo frente a muchas adversidades. En este momento en particular, tras la crisis que ha vivido nuestro país, coartar la libertad de pensamiento crítico sería lo peor que pudiera suceder. Hoy, más que nunca, me resulta imprescindible que se abogue por la inteligencia de los puertorriqueños.
El problema que está en la base de toda la polémica que ha surgido en Puerto Rico en torno a estas fotografías vislumbran un desequilibrio entre el cuerpo humano y la pornografía. Un cuerpo desnudo en sí mismo no es obsceno. El desnudo ha sido un tópico recurrente en el arte y en varios momentos ha sido objeto de escándalos precisamente por este afán de ver algo sexual cuando simplemente se presenta un desnudo. Recuerdo ahora mismo el famoso óleo de Manet Le Déjeneur sur l’herbe (1863). Dicha obra, fue centro de una controversia simplemente porque presentaba una mujer desnuda sin ningún tipo de referencias mitológicas, almorzando en un campo con dos hombres quienes estaban vestidos. En este caso la polémica surgió porque no era admisible presentar un cuerpo femenino desnudo gratuitamente. El desnudo era sólo legítimo si se colocaba en un contexto que lo validara, como el plano mitológico. Hubiera querido pensar que para estas fechas en mi país existiese ya una madurez entorno al cuerpo desnudo pero podemos ver que todo se atiene a la siguiente ecuación: cuerpo desnudo (más aún si es femenino) = pornografía.
Carolee Schneemann escribió lo siguiente a un crítico, Daryl Chin, quien malinterpretó su obra, Up to and Including Her Limits:
“...people in our hyper-eroticized/ de-sensualized culture regard a nude body as a sexual provocation or invitation. I use my nude body in “Up to and Including Her Limits” as the stripped down, undecorated human object; it is not necessarily erotic, comic, cosmic, maternal, poignant, expressive, attractive, repellent, implacable though it might seem any of these things to different people at the same time.” (carta escrita el 28 de mayo de 1975 y publicada en el Artist Book titulado Up to and Including Her Limits, sin númeración)
Me parece que esta cita expresa perfectamente el problema en cuestión: el cuerpo humano en su forma más básica está todavía plagado de cargas sociales que no necesariamente las tiene.
En cuanto a la preocupación de que niños puedan leer o ver esta revista, pues esto me parece francamente absurdo. Esta revista no es una publicación para niños sino para profesionales que se dedican a las humanidades o personas adultas que se interesan un poco por el ámbito artístico e intelectual.
Yo, por mi parte, felicito a la Dra. Teresa Tió y al ICP por la publicación de un artículo interesante que además ha sido útil para mis investigaciones. De hecho, tendrían que existir muchas más publicaciones de este tipo pues su aportación es sumamente valiosa. Y en cuanto al contralor y demás personajes que insisten en permanecer con sus gríngolas, me parece que no deben de opinar sobre asuntos que no entienden y jamás podrían expresar adecuadamente en palabras. A ellos les sugiero que adopten la actitud de Wittgenstein ante la metafísica: de lo que no se puede hablar, mejor es callarse.
Labels: arte, desgraciadamente real, no-apta
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